Sarmiento maestro y dependiente de un almacén.

Dice Sarmiento: “En San Juan, en la Escuela de la Patria, había aprendido las primeras letras. Siempre me gustó leer y conocer más. Quería conocer otros centros de estudios  de mayor importancia, pero la pobreza de mi familia jamás me lo permitió. Viajé a Córdoba con la expectativa de obtener allí una beca para estudiar en el Colegio Monserrat, pero la suerte me fue esquiva. La posibilidad de una beca en Buenos Aires me esperanzó hasta darme cuenta que la mala suerte sería una constante en mi vida. Todo tendría que conseguirlo con el doble de esfuerzo que otros. Emprendí un viaje con mucho entusiasmo hacia San Francisco del Monte. Allí, el rebelde sacerdote José de Oro había sido confinado.
Seguramente encontraría un lugar para aprender y sentirme útil.”
Y claro que fue muy útil porque enseñaba a personas mayores que el a leer y a escribir. Esta actividad de maestro no solo la desarrollaría en San Luis en San Francisco del Monte, sino también en Chile, donde conocería a la madre de su hija Ana Faustina, cuando apenas tenía 18 años.

 Luego de un tiempo en San Luis regreso a San Juan donde seria dependiente en un almacen de ramos generales de Ángela Salcedo, viuda de un pariente, don Soriano Sarmiento. Allí despuntaría su vivió por el estudio de idiomas. Cuenta que más de un cliente cuando concurría al almacén debía esperar a que Domingo terminara de la lectura en la que estaba abstraído, aislándose del mundo pueblerino que lo rodeaba.

Sarmiento y la minería

Es en Chile, donde estuvo exiliado, Sarmiento ejerció el oficio de minero y aprendió las muchas posibilidades que brindaba este tipo de actividad. Fue ayudante en una mina que el coronel Nicolás Vega explotaba en Copiapó.
A lo largo de sus días en Chile se relacionó  con gente y profesionales que desde larga data trabajaban en el país trasandino en minería.
Cuando accedió al poder se encargó de llevar adelante esas ideas siendo Gobernador de San Juan en 1862
Recordando las amistades que había hecho en Chile y contactó al ingeniero inglés Ignacio Rickard designándolo como Inspector de Minas de la Provincia.
El ingeniero junto al gobernado Sarmiento recorreron de El Tontal e inspeccionó numerosas explotaciones mineras que se encontraban allí, por lo general pequeñas pero rentables, siendo la plata el recurso más interesante que se explotaba.
Inspeccionaron un total de 24 yacimientos. Demostrando la alta capacidad minera de San Juan.

Sarmiento Militar

Cuando Domingo Faustino Sarmiento apenas tenía 18 años se sumó a las fuerzas unitarias del coronel Vega, con el grado de teniente, y participó en los combates de Niquivil y Tafín donde son derrotados por los federales al mando del coronel Francisco ALdao. Recordemos que el país entre 1810 y 1840 vivo una época muy sangrienta de continuas luchas entre unitarios, federales y caudillos provinciales o regionales. El 21 de septiembre de 1829, en el combate del Potrero de Pilar, en  Mendoza, en el que murió trágicamente Francisco Narciso de Laprida, cayó prisionero salvando la vida por intervención del gobernador Villafañe, amigo del presbítero Oro, logrando este último que se le perdonara la vida.
El 13 de abril de 1830 con el grado de ayudante mayor, se incorporó al Escuadrón de Dragones, cuya jefatura ejercía el comandante Bárcena, alcanzando así un tercer grado en la jerarquía militar. En agosto de ese año se lo destinó al primer escuadrón de Caballería Provincial y cuando llegaba a San Juan, el coronel Indalesio Chenaut, comisionado por el general Paz para formar un regimiento de seiscientos hombres, fue llamado por éste para que le prestara su colaboración. Domingo colabora con  Chenaut durante, y luego vuelve al escuadrón de dragones de las milicias provinciales.
Luego con el triunfo de Facundo Quiroga en 1831, emigró a Chile en compañía de su padre y allí hizo de todo: maestro de escuela en Los Andes, bodeguero y maestro en Pocuro, dependiente de una tienda en Valparaíso, ayudante de una mina en Copiapó.

 Sarmiento y sus ideas fueron innovadoras hicieron que junto a su esmerada prosa trabajara de periodista en Chile, permitiéndose viaja por Europa y África.  En1851, cuando Urquiza se pronunció contra Juan Manuel de Rosas, fue a ofrecerle sus servicios, junto con el teniente coronel Bartolomé Mitre. Se incorporó al ejército aliado y Urquiza, quién le reconoció el grado de teniente coronel, lo nombró redactor del Boletín de la Campaña. Cumplió con la labor encomendada siguiendo como oficial en sus filas que nuclearon tropas argentinas, uruguayas y brasileñas hasta la victoria de Caseros el 3 de febrero de 1852. Luego, al no entenderse con el vencedor de Rosas, pidió su retiro del servicio activo.
Su destierro voluntario en Chile duró hasta 1853, regresando luego a Buenos Aires, otorgándole el gobierno el grado de teniente coronel efectivo y le dio el alta en el ejército provincial. Redactó “El Nacional”, fue concejal fundador de la municipalidad porteña (1856), director de escuelas (1856-1862) y senador en la legislatura de Buenos Aires en 1857, 1860 y 1861. En 1857, el gobernador Pastor Obligado lo designó jefe de estado mayor del Ejército Bonaerense de Reserva, con el grado de teniente coronel, que acampado en Palermo, estaba a las órdenes del Cnl. Martínez.

Después de la derrota de Cepeda, el 23 de octubre de 1859 fue nombrado segundo jefe de línea de defensa habiendo alcanzado a fortificar la quinta de Lezama hasta la llegada del general Bartolomé Mitre que asumió el mando. Tras la victoria del ejército de Buenos Aires, después de Pavón, el 17 de septiembre de 1861, fue a las provincias cuyanas con la expedición del general Paunero como auditor de guerra. Por decreto del Poder Ejecutivo Nacional del 28 de marzo de 1863, el coronel Domingo Faustino Sarmiento fue nombrado Director de la Guerra y Comandante General de las fuerzas de línea y milicias de San Juan, Mendoza y San Luis; el despacho que lo acreditó en el grado le fue remitido al coronel  Sarmiento por resolución dictada tres días después de ser nombrado comandante de las operaciones contra el caudillo Chacho Peñaloza

Sarmiento escritor y periodista

Creo que de todos los oficios y actividades que desarrollo en su vida, Domingo Faustino Sarmiento, el de escritor y periodista brillarán por siempre. Su pluma fue más peligrosa que su espada de militar.
No solo su país sino todo el mundo culto rinde pleitesías al gran maestro de América por su prosa, su narrativa y su estilo frontal.
De sus muchos libros Facundo creo que es la gran obra literaria.
Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo.
Facundo, tirano sin rival hoy en la tierra.
En 1839 se inica en el periodismo fundando el diario El Zonda del que solo se editaron seis números.
Nos hemos propuesto escribir un periódico y por rudo que sea el lector no dejará de suponer que contamos con todas las cualidades necesarias para desempeñarnos con acierto. Vasto caudal de luces, literatura, sana crítica, miras elevadas, acendrado patriotismo, juicio recto, prudencia y algunos exigirán también protección, o al menos tolerancia de las autoridades, de todo lo que les daremos repetidas, e incontrovertibles muestras en nuestras páginas.
Sarmiento encontraba en el periodismo la mejor arma para enfrentarse a lo que no le gustaba, a lo que veía mal a lo que quería cambiar.
En Chile, país al que fue tantas veces, le dio su mejor oportunidad para expresarse.
Allí creo el diario El Progreso y pocos años después el diario La Crónica.

Bibliografía
Mi defensa (1843)
Facundo o Civilización y Barbarie (1845)
Vida de Aldao (1845)
Método gradual de enseñar a leer el castellano (1845)
Viajes por África, Europa y América (1849) Autobiográfica.
De la educación popular (1849)
Argirópolis (1850)
Recuerdos de provincia (1850) Autobiografía.
Campaña del Ejército Grande (1852)
Las ciento y una (1853) serie de cartas dirigidas a Juan Bautista Alberdi.
Comentario a la Constitución de la Confederación Argentina (1853)
Memoria sobre educación común (1856)
El Chacho (1865) sobre el caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza.
Las escuelas, bases de la prosperidad (1866)
La infancia y educación de Abraham Lincoln (1873)
Conflicto y armonías de las razas en América (1884)
Vida de Dominguito (1886) Recuerda a su hijo adoptivo.

Portada del diario de su autoria, El Zonda.